Entre leones

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sábado, 6 de noviembre de 2010

EL INESCRUTABLE DESTINO DEL CARBÓN

Ya hemos perdido la cuenta del número de obstáculos que le han sido colocados en el camino al carbón autóctono y, a estas alturas, casi no alcanzamos a recordar cuál fue la causa que provocó que se quedara fuera del combate de la generación eléctrica. Quizá fue la caida brusca de la demanda, el precio elevado de mercado que lo hace poco competitivo con respecto al de importación o, los más maliciosos dirán que los políticos, que siempre andan merodeando en las proximidades de un problema. Lo cierto es que hace más de año y medio que las centrales térmicas no queman carbón, algunos meses que  se ha paralizado el trabajo en la mina y será cuestión de días que muchos mineros pasen  al paro, a traves de un ERE. Con todo eso, y otros muchos agravantes, resulta muy complicado realizar un análisis sosegado que nos permita llegar hasta el verdadero origen del problema. Por ello, clamamos contra el Gobierno, contra la Unión Europea y ahora también, contra los tribunales de justicia. Pero no vemos que detrás de este problema se halla una lucha encarnizada, entrec ompañías eléctricas para hacerse con los beneficios derivados de la producción energética. Una lucha que no les impide, eso sí, declarar un alto el fuego de vez en cuando, para unir sus fuerzas dentro de un mismo lobby y presionar a las altas y bajas instancias de la sociedad con el objeto de que  se favorezca la producción de un cierto tipo de energía. Todo esto, qué duda cabe, anteponiendo sus intereses económicos a los de la sociedad y  siempre muy alejados del drama que pueda generar en nuestras cuencas la suspensión indefinida de la actividad extractiva. Lo ha dejado perféctamente claro el último episodio del carbón: las mismas compañías eléctricas que son a la vez consumidoras de gas y carbón, presentan recursos ante la Audiencia Nacional, ante el Tribunal Supremo y ante el Tribunal de Luxemburgo para evitar que la norma recién aprobada les obligue a producir energía a partir del carbón autóctono. El gas ya lo habían comprado antes y cuando se redujo la demanda llegaron a la conclusión de que lo más fácil era saltarse el acuerdo de consumir carbón autóctono.
Entonces,  si existen lobbies que apoyan las distintas formas de producción de energía, la pregunta lógica es: ¿quién apoya al carbón? La respuesta no es sencilla pero está claro, que una parte de la esperanza del carbón se halla depositada en la propia capacidad de las cuencas mineras de movilizarse y de suscitar el máximo apoyo social, como han venido haciendo hasta ahora. La otra parte, reside en la acción política, que debe mediar entre los intereses empresariales, meramente económicos, y los intereses de la sociedad. Eln ese sentido, el Gobierno de España y el propio Partido Socialista ha dado muestras evidentes de encontrarse más cerca de los trabajadores y de las cuencas mineras que de los empresarios. Aún así, omo en cualquier estado de derecho, las compañías privadas tienen la  posibilidad de pedir amparo ante un Tribunal cuando creen que se ha vulnerado alguno de sus derechos. Por ello, a día de hoy, a la espera de que los tribunales se pronuncien, el destino del carbón continúa siendo inescrutable.

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